1) El
cine es siempre un medio de comunicación y, en ocasiones, consigue elevarse a
la categoría de arte. En una época donde el consenso general es considerar al
celuloide como un entretenimiento más dentro del espectáculo, ¿cómo valora la
capacidad del cine como creador de imaginarios colectivos?
En
primer lugar no comparto las afirmaciones que inician la pregunta porque son
muy genéricas y demasiado asertivas. El cine es por encima de cualquier otro
aspecto una industria. Desde que los Lumière pusieron en marcha la primera
máquina cinematográfica su intención era obtener unos ingresos. Eso no quiere
decir que no se convirtieran, sin quererlo en documentalistas de la época,
testimonios impagables de un espacio y un tiempo. Edison y los negociantes estadounidenses
vieron en el nuevo invento una oportunidad de negocio que no supieron medir los
hermanos Lumière. Desde mi punto de vista, por la época en que nació el cine,
ya podemos decir que no se puede separar su esencia como producto artístico y
como mercancía de la que obtener una rentabilidad.
Por
otro lado, el cine nunca ha sido considerado sólo un entretenimiento. Su
potencial para crear ilusión y despertar la imaginación, para transmitir
ideología al tiempo que contar historias, hizo que desde sus orígenes fuera
disputado como un canal inigualable para diseminar valores, ideas, etc. Es
decir, para convertirse en un instrumento de propaganda (en una dirección o en
otra). El cine forma parte de las industrias culturales que desde el inicio de
la modernidad son las responsables de la producción y reproducción de la
ideología dominante, es decir, de la construcción de hegemonía. Eso no quiere
decir que no haya sido, y sea también, un espacio donde se puede generar
contrahegemonía.
2) En
América Latina a mediados del siglo XX la industria cinematográfica estaba
fuertemente controlada por Estados Unidos como parte de su estrategia para
mantener subordinados a los países del subcontinente. Eso se consiguió gracias
a al cuasi monopolio de la distribución y a la reproducción de los patrones y
los valores hollywoodienses en las películas latinoamericanas, ¿hasta qué punto
considera que esa situación es parecida a la que vivimos en la actualidad en
los cines de todo el mundo?
Creo que la situación es parecida pero la
concentración de la industria cinematográfica es mucho mayor que a mediados del
siglo XX. El proceso de globalización relacionado con el desarrollo de la
tecnología digital ha tenido como una de sus consecuencias un mayor control de
la distribución cinematográfica. Excepto el caso de la industria india que es
muy particular con un mercado muy extenso y una producción que casi dobla la
estadounidense, en el resto del mundo, incluida Europa, el 90% de la cuota de
mercado (recaudación en taquilla) corresponde a las llamadas majors, término que designa a los
mayores estudios de producción y distribución de productos cinematográficos
(hoy en día se incluyen también vídeos domésticos, videojuegos, productos
multimedia, etc.) Century Fox, Paramount, Warner Bros, Walt Disney Studios,
Columbia, Universal, son seis de los majors
que controlan la producción comercial para el gran público en todo el mundo.
3) La respuesta espontánea en ese momento por parte de los cineastas
latinoamericanos fue poner en marcha un cine propio, que hablara un lenguaje
autóctono y que atendiera los asuntos patrios; algo parecido a lo que ocurrió
años antes en el Neorrealismo, ¿por qué resulta tan importante edificar un cine
propio de cara a la liberación cultural, social, económica y política?
La
respuesta latinoamericana a la colonización cultural e ideológica no fue
espontánea, fue el resultado de la expansión de los movimientos de liberación
en todo el mundo. En África también se produjo un cine independiente a partir
de la revolución Argelia (entre 1954-62). En América Latina se trató de un cine
muy vinculado a estos movimientos, no sólo porque los directores estaban
políticamente muy implicados sino porque los movimientos de liberación dieron
un papel importante al cine en el proceso de concientización de las masas. La
base del colonialismo no es solo la imposición política o la dependencia
económica, para que el colonialismo pueda sostenerse extrayendo todos los
recursos de la colonia hacia la metrópoli, tiene que contar con el sometimiento
de la población. Este sometimiento se consigue no sólo mediante el uso de la
fuerza sino corrompiendo a las élites locales e imponiendo una forma de vida,
unas aspiraciones y una cultura ajenas. El cine ha cumplido un papel
fundamental en el dominio y el sometimiento al trasladar unos valores y una
forma de ver el mundo importadas, naturalizando la dominación. Es por eso que
también el cine en manos de militantes y activistas se convirtió en un arma de
liberación.
4) Además de los
rasgos señalados en la pregunta anterior, el Nuevo Cine Latinoamericano puso en
práctica un cine político que algunos autores del propio movimiento han
diferenciado en cine militante, cine-arma, cine ideológico y otras categorías
que matizan el significado original. Es evidente que se buscaba una reacción en
la población, ¿cómo valora la repercusión que tuvo en la práctica este Nuevo
Cine Latinoamericano?
Especialmente
el cine de Base y el cine de liberación argentino tuvieron un papel muy
importante porque, más allá del número de producciones –que fue más bien
escaso-, se apoyaba en nuevas formas de distribución, en general clandestina.
Se proyectaban los materiales en salas y en cines rurales y se armaba un coloquio.
Estos debates eran casi más importantes que el material proyectado porque
suministraban información y generaban conciencia.
Desde
mi punto de vista fue muy importante el papel que cumplió entre los
intelectuales porque generó una conciencia propia de lo que significaba el
subdesarrollo, porque dio a conocer una realidad desconocida para una
generación que puso en marcha procesos revolucionarios.
5) Esta investigación versa sobre un aspecto característico
del Nuevo Cine Latinoamericano, y es la ruptura fílmica que plantea respecto al
cine de Hollywood, ¿dónde cree que residen las diferencias de fondo que
plantearon estos directores y estas películas respecto de las que se hacían en
los Estados Unidos?
La
principal ruptura es que no se trató de un cine-mercancía. Lo que se filmaba y
cómo se filmaba estaba fuera del mercado. No se producía para el consumo sino
para contribuir a hacer la revolución. Por otro lado, los temas que se trataban
estaban en las antípodas. A la industria hollywoodense le interesaba exportar
una forma de vida y obtener beneficios económicos, ser rentable en ambos
sentidos, en el material y en el ideológico. Para ello, la realidad reflejada,
las historias que se cuentan reproducen estereotipos y generan un mundo con el
que sentirse identificado.
También
la estética es completamente diferente. En el caso del cine de Hollywood, ésta
se pone al servicio del entretenimiento, del ocio, con una gramática acorde,
sin que el espectador tenga que hacer el más mínimo esfuerzo por entender o desentrañar
mensajes. En el caso del cine militante latinoamericano se planteó también una
ruptura estética porque se trataba de liberarse de los contenidos y los
lenguajes.
6) Sin embargo, no solo se establece una diferenciación con el cine norteamericano, sino también con el cine político que, por ejemplo, planteaban en aquellos años Constantine Costa-Gavras o Gillo Pontecorvo. Esta separación viene argumentada por el apoyo que tuvieron las producciones de este tipo, mientras que los cineastas de América Latina tuvieron que luchar contras las dificultades económicas, el ostracismo popular y la represión política. Si ya entonces se desmembraba el cine político, ¿qué futuro piensa que le espera hoy entre tantos blockusters, comedias románticas y filmes autocomplacientes?
Las
películas de Gavras o Pontecorvo no fueron películas para las grandes masas,
fueron producciones arriesgadas que en determinado momento fueron interesantes
también para la industria estadounidense. Pero no pueden compararse con las
producciones de Hollywood que inundaron todas las salas europeas y
latinoamericanas.
El
futuro del cine político dependerá del futuro de los movimientos sociales y los
sujetos políticos que, organizadamente, busquen vías de comunicación que
trasciendan sus entornos inmediatos. Hoy en día el género documental es el que
está más próximo a lo que fue el cine político de ficción de los años cincuenta
y sesenta en Latinoamérica. Se trata de un cine documental político más
individual, más obra de autor que obra colectiva pero en la medida en que vaya
surgiendo la necesidad de poner un instrumento tan potente como el cine al
servicio de una causa social se reactivará la producción de cine político.
También la tecnología digital y la facilidad con la que se puede producir hoy
en día una película ayudan a que haya más producciones de este tipo. Otro
problema es la saturación y la dificultad de la distribución.
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