"A la dulce luz del amor, reconocí o creí deber reconocer, que quizá el hombre interior sea el único que en verdad existe." Robert Walser

martes, 9 de octubre de 2012

Discursos de cine (II)

                                        ¿Por qué vemos cine?

Andrei Tarkovski afirmó que el objetivo del espectador es “rellenar las lagunas de su propia experiencia; es como si fuera a la caza del tiempo perdido”, un tiempo perdido debido a la pérdida del hombre de la capacidad de intercambiar sus experiencias. Mientras, a juicio de Ingmar Bergman, “no hay arte que, como el cine, se dirija a través de nuestra conciencia diurna directamente a nuestros sentimientos, hasta lo más profundo de la oscuridad del alma”, de forma que el cine reverbera el espíritu humano más que ninguna otra expresión artística. Distanciándose de la opinión del maestro sueco, el director taiwanés Edward Yang recogió el testigo de Tarkovski y sostiene que “vivimos tres veces más desde que el hombre inventó las películas”.

Considerando que casi con toda probabilidad hay una razón por cada persona que dedica tiempo en acercarse al celuloide, mi intención aquí es, simplemente, explicar la mía.


El cine supone, por encima y más que cualquier otra cosa, la ruptura de los horizontes mentales. Nuestro mundo cada vez es más rígido, anclado en convencionalismos que arrastramos generación tras generación, y una de las herramientas que se nos brinda para salir de la cuadratura es el cine. Hace tiempo que el hombre, como ser consciente de su existencia, ha dejado de mirarse a sí mismo, no se cuestiona; por el contrario, transita por la vida temeroso de lo que pueda hallar y atrapado dentro de una armadura que cada día consta de una capa más. Por ello algunas de las películas que más aprecio son las que obligan a sus  personajes a atravesar por dilemas morales y a enfrentarse con problemas profundos -humanos al fin y al cabo-, ambas circunstancias prácticamente olvidadas en los ‘blockbuster’. Si el cine no solo no contribuye a quebrar la barrera que separa a los seres humanos de sí mismos y de sus semejantes, sino que además la fortalece, corre el terrible riesgo de haberse esfumado como expresión artística y, como dice Fernando Birri, ya no será cine sino “subcine”.

Otra de las sensaciones valoro, relacionada con la anterior, es la del descubrimiento –por cierto, el descubrimiento, otro de los placeres inherentes al género humano que él mismo se ha encargado de convertir en miedo–, de ahí que otra tanda de películas que amo sean las que muestran algo que merezca la pena descubrir. Sin embargo, no es difícil darse cuenta de que las películas de éxito tampoco buscan aportar conocimientos nuevos, aunque, por otro lado, la mayoría de los espectadores no buscan tal cosa.

Más allá de la complejidad de los personajes o lo novedoso que pueda resultar, el cine debe ser valorado también por su innovación artística, de ahí que un sector de cinéfilos muestre un gran interés por los directores, auténticos autores de sus obras. Son ellos quienes tienen la capacidad de hacer avanzar un arte que como  máquina de generar dinero poco más tendrá que decir en el futuro. Alexandr Sokurov, un director ruso, afirma al respecto que “el cine no puede aún pretender ser un arte y, aunque aspire a serlo, todavía está lejos (…) Le falta todo por aprender, especialmente de la pintura, porque la apuesta principal es pictórica. Quizás el cineasta peterburgués esté en lo cierto y el primer paso para salvaguardar su progresión sea considerar que, después de todo, el cine aún no sea un arte.

A pesar de todo, sería crédulo pensar que la tónica vaya a cambiar: una gran corriente de películas moverán inmensas cantidades de dinero y alimentarán el estancamiento del cine, mientras que una corriente marginal y económicamente insignificante buscará su avance y reivindicará un uso distinto del mismo. Con toda probabilidad la brecha entre ambas corrientes será cada vez mayor, con el peligro de extinción por asfixia que esto supone para el segundo; y con el grave riesgo que conlleva conocer a Spielberg y no a Dreyer.

Está en nuestra mano detenernos, pensar el cine y los usos que hacemos de él. Dejando a un lado la supervivencia de las vanguardias, del cine de autor o como quiera que lo llamemos, lo más valioso que podemos hacer por él es interesarnos y elegir, no dejarlo de lado a pesar de la generalizada pérdida de calidad y averiguar qué puede hacer él por nosotros. Respetar al cine es la única forma de conseguir que él nos respete a nosotros, y reducir nuestro contacto a ‘La jungla de cristal 5’ no creo que sea un buen comienzo.

6 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo en todo menos en dos cosas. La primera, el director no es el gran autor de una obra como la mayoría de la gente se cree. Estos no son nadie sin los guionistas que les escriben sus historias y sin los directores de fotografía que ponen imagen a sus palabras. Y lo segundo, decir que el cine no es un arte me parece un error, porque requiere un técnica y un conocimiento de tantas cosas que conforma algo totalmente distinto a cualquier otra experiencia como la pintura y la fotografía, de la que partió pero tuvo que alejarse si quería evolucionar como un lenguaje independiente.
    Por lo demás, enmarcaría esta entrada ;)

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  2. El debate sobre si el cine es arte o no me parece un tema apasionante, Elena. En resumidas cuentas mi opinión es que el cine eventualmente sí lo es, así que creo que me he explicado mal en la entrada. Con la referencia a Sokurov trataba de decir que puede ser de ayuda considerar que en el cine hay todavía muchas cosas por descubrir, y a lo mejor un incentivo para seguir desarrollándolo es, precisamente, no considerarlo aún algo completamente desarrollado, algo artístico. En breves publicaré una entrevista que hice a una profesor de Cine Social y Político en la que dice que el cine es, sobre todo, una industria; para que veas que el debate está abiertísimo.

    Respecto de la observación sobre el director, mi opinión es que el director es el verdadero autor de una obra en cuanto a que la mayor parte del film recae sobre sus decisiones. Sí, es completamente cierto que los guionistas y los técnicos de fotografía aportan y que todos forman un equipo, pero creo que en los casos de los grandes directores (al menos la mayoría de los que conozco) se puede decir que la película "es suya" y no tanto de otros miembros del grupo. Bergman, Tarkovski, Buñuel, Kurosawa... cuando escribía pensaba en ellos porque siempre se les reconoce, aunque estoy contigo en que guionistas y técnicos en numerosas ocasiones también ocupan un lugar clave.

    Qué tema más interesante joder.

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  3. Mmmm...ahora si que lo he entendido completamente, aunque en lo que dice Sokurov sigo discrepando en parte, pues me sigue pareciendo el cine (no las mierdas que tanto abundan) algo completamente artístico que, obviamente, evolucionará como lo hacen todas las artes por el mero transcurrir del tiempo. En cualquier caso, coincidimos en el meollo de la cuestión.
    Sin embargo, lo que dice ese profesor también es cierto y ahora lo veo con un mayor conocimiento, más desde que este curso tengo Producción (y ya se sabe a que se dedican principalmente estos sujetos). No me imagino cómo se puede rodar una película, distribuirla y exhibirla sin un dinero detrás, dinero que se consigue por múltiples causas, la principal, que tenga perspectiva de venderse bien. Y ya sabemos qué se vende bien hoy en día...Así que la idea de crear arte está muy bien, pero sin esa industria, o se es rico o nanai!
    Y sobre lo del director, tenemos opiniones diferentes, pues hasta poco yo pensaba lo mismo que tú pero con todo lo que estoy viendo en la uni este año, me convenzo más de que ese estilo característico de esos grandes que citas se quedaría sólo en su cabeza sin la participación de los demás. Y doy como ejemplo a los storyboards de Hitchcock, que eran el dibujo peor hecho de la historia y no se veía nada distinguible en él, y luego llegaba su director artístico y creaba auténticos cuadros que luego serían sus planos xD Esto me asombró muchísimo, aunque no niego que haya directores que se curren casi toda su película, pero no suele ser así.

    En fin, esto es un tema de discusión infinita e interesante como dices, por eso muchas veces en clase pienso que deberías estudiar en tus ratos libres Comunicación Audiovisual!!! jaja

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  5. Jajaja este tema da para una tesis doctoral. En mi opinión lo que falta es paciencia, Kleopatra. No creo que para ver a Bergman haya que ser listo, sino que estamos metidos en una corriente de consumo donde todo debe ser tan rápido e intrascendente que las mentes terminan siendo moldeadas en base a esos preceptos, por eso entre el gran público gusta Carlos Ruiz Zafón y no Dostoyevski (fíjate dónde llega este asunto, que el corrector de Google Chrome me marca el nombre del escritor ruso como incorrecto, no lo reconoce). Lo mismo ocurre en el cine y la música; para mi todo responde no a una falta de inteligencia sino a una más preocupante falta de capacidad para salir de la corriente dominante. Y ahí vuelvo a coincidir contigo porque la rueda gira: se requiere una cultura fácilmente digerible para no incomodar al público, un público que a fuerza de no ser incomodado termina siendo completamente alienado y cuyo comportamiento alimentará una cultura que no le incomode.

    Esto me lleva a una conversación que el otro día tuve con mi madre. Yo no abogo por la supresión de "películas de entretenimiento", por desgracia creo que son necesarias y en algún momento todxs hemos recurrido a ellas. Para mi el tremendo fallo es que SOLO exista ese cine de cara al gran público. Pero no hace falta irse a gafapastadas (no lo digo en el mal sentido) como Bela Tarr o Yasujiro Ozu, basta con comentar con alguien que has visto una película uruguaya para que te mire como si estuvieras recién llegado de la Luna. Hoy en día solo se entiende el cine hollywoodiense y, si acaso, el cine europeo hecho a la medida de Hollywood. Todo lo demás te convierte en un tipo muy raro.

    En fin amigas, gracias por intervenir y alimentar esto. Espero que sigamos en la brecha. Un abrazo!

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  6. Es un problema generalizado el pensar que la cultura es tan sólo una forma de entretenimiento. Evidentemente, no se puede ignorar ese factor, pero muchas veces logramos entender un problema, una realidad social o un sentimiento gracias a una película, un libro o una serie de televisión. Podemos llegar a aprender cosas o a sentir cosas que jamás viviríamos o expresan sentimientos que no sabríamos como compartir o describir. Esa es la magia del arte y de la cultura.

    El problema viene cuando las cosas se convierten en un negocio y entra en el juego la palabra "rentabilidad" un concepto que personalmente odio. Porque tiene que ver con el marketing y con gente que cree que sabe lo que quiere el público. Si al público le das mierda, comerá mierda. Si le das otra cosa, también la consumirá. Pero es arriesgado, no vaya a ser que los grandes directivos de los estudios sean un poquito menos ricos. Es la perversión de siempre...

    De todas formas, mantengo la esperanza porque el consumo rápido factura mucho pero es eso, rápido. Bergman, Dostoievski, Buñuel y tantos otros son universales. De Zafón probablemente nadie se acordará de aquí a veinte años. Afortunadamente, muchos de los buenos pasan a la historia. No todos. Una pena.

    Interesante tema, Dani. Hacía tiempo que no pasaba por aquí...

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