En 1999 el Ministerio de
Educación del gobierno del Partido Popular empezó a financiar la elaboración
del Diccionario Biográfico Español,
empresa que debía llevar a cabo la Real Academia de la Historia (RAH) y que hasta la fecha ha requerido la inversión
de 6,4 millones de euros (sacados del erario público). En mayo de 2011, cuando ya se habían
publicado más de veinte volúmenes, la ministra de Cultura socialista Ángeles
González-Sinde llamó la atención sobre el tratamiento de algunas de las 43.000
biografías de las que consta la faraónica obra. Ante las irregularidades que presentaban determinados escritos, el 12 de julio de
ese año el Congreso congeló la subvención, condicionándola a partir de entonces a la rectificación
de "aquellas biografías cuyo
contenido no responda a la necesaria objetividad de los trabajos académicos".
Sin embargo y pese a la advertencia de la Cámara Baja y a la protesta de algunos colectivos ciudadanos,
el pasado 11 de febrero el diccionario sale a la venta sin la rectificación
solicitada.
La última noticia respecto de la polémica publicación es la voluntad por parte
del Gobierno Popular de mantener y actualizar el Diccionario Biográfico Español destinando 163.790 euros para su financiación, según se vio después de hacerse públicos los Presupuestos
Generales del Estado en los últimos días. Más allá de lo que supone seguir
apoyando una obra que ha dejado patente su liviano rigor histórico, esta
decisión por parte del actual Gobierno se ha realizado a costa de vulnerar una
decisión adoptada por el Parlamento hace apenas ocho meses.
Alguna de estas referencias controvertidas,
que no solo carecen de rigor académico sino que también hacen gala de una
tremenda permisividad terminológica respecto a determinados personajes
históricos (algo que contrasta con la inquina con la que atacan a otros), aseguraba que "Francisco
Franco pronto se hizo famoso por el frío valor que sobre el campo
desplegaba" o que el mismo líder del bando vencedor de la Guerra Civil "montó un
régimen autoritario pero no totalitario". Estas salvedades, obra del
académico Luis Suárez, han sorprendido por su manifiesta cercanía a la figura
del dictador y por la omisión de algunas de sus prácticas menos decorosas, como
la represión (aspecto que, entre otros, ha sido estudiado recientemente por
Paul Preston en su libro El holocausto
español). Por otro lado, respecto de Juan Negrín, uno de los presidentes
del Gobierno republicano en guerra, se dijo que su mandato fue “prácticamente
dictatorial”. Sobre el caso de Manuel Azaña, último Jefe del Estado
republicano, lo que resulta sospechoso es que su biografía fue redactada por
Carlos Seco Serrano en lugar de por Santos Juliá, principal biógrafo de Azaña.
Este curioso mecanismo de asignación se repite también con la vida de Dolores
Ibárruri, que fue escrita por Stanley G. Payne, un historiador norteamericano de conocida tendencia conservadora.
Este cúmulo de factores dirigido
a cubrir con un suave manto de revisionismo autocomplaciente a algunos
personajes históricos y a atacar de forma arbitraria a otros, ha llevado a un grupo
de prestigiosos historiadores (que, "casualmente", habían quedado fuera de los
que trabajaron en el Diccionario Biográfico Español) a emprender la redacción de una obra basada en rigurosos estudios históricos. Dicho trabajo llevará por
nombre En el combate por la historia
y presumiblemente verá la luz el próximo 23 de abril. Esta investigación ha estado coordinada por
Ángel Viñas, eminente economista e historiador especializado en la Guerra Civil, y
contará con especialistas donde destacan Julio Aróstegui o Paul Preston, entre muchos otros. Estos hombres avalan
una idea que no es hacer ni una recopilación de biografías ni un análisis de un
determinado período del siglo XX español desde el punto de vista de la
izquierda, como tampoco es elaborar un contradiccionario
(“Yo no he contrainvestigado nunca”, dice en EL PAÍS Carlos Barciela, uno de los
catedráticos autores del libro), sino que, como afirma otro de los
colaboradores, Josep Fontana, “se hace una puesta —o respuesta— al día al Diccionario
y a toda una ola de revisionismo que es jaleada por la derecha
entusiásticamente defendiendo que la Guerra Civil y la Dictadura fueron meros
accidentes y que medio país estaba enfrentado al otro medio. Se ha reunido a la
gente seria que ha investigado cada tema”. Se apuesta por un estudio fundamentado en
la contrastación de datos y no en la mera aquiescencia ideológica que ha
tratado de vender la ortodoxia a través de la Real Academia de la Historia.
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ResponderEliminarFeliz cumple Dani!! Que detalle que el Madrid ganase ayer, seguro que fue en tu honor... :P
ResponderEliminarAbrazos de parte de los dos!!
Dices que, "la vida de Dolores Ibárruri, que fue escrita por Stanley G. Payne, un historiador norteamericano conocido por su apoyo a la obra de Pío Moa".
ResponderEliminarO no has leído a Stantey Payne o no hablas con propiedad. Si no lo has leído sobra esa opinión.
Stanley Payne no defiende la obra de Moa, al contrarío, está en contra. Lo que defiende es su derecho a opinar y escribir historia aunque este equivocado en sus tesis como lo puede estar equivocado cualquier otro. Cada historiador tiene un punto de vista diferente.
Saludos cordiales
Hola Antonio:
ResponderEliminarNo, no he leído la obra de Pío Moa, pero sí referencias que han realizado profesores míos en torno a su defectuoso rigor académico. En este caso la opinión sobre Stanley G. Payne la hago a partir de los comentarios que realizó mi profesor Ángel Viñas, al que imagino que conocerás. No conozco de primera mano la obra de Moa y ese comentario lo hago por comentarios que a su vez han hecho otras personas (reputados como Viñas, pero terceros en cualquier caso), así que entiendo y acepto tu crítica. Mi intención era dar una pequeña referencia de ese caballero.
La corrijo de inmediato por otra más rigurosa. Saludos a ti también y gracias por el aporte.