"A la dulce luz del amor, reconocí o creí deber reconocer, que quizá el hombre interior sea el único que en verdad existe." Robert Walser

martes, 13 de marzo de 2012

La nouvelle Hollywood



Después del éxito de ‘The Artist’ y de la buena acogida que han tenido películas como ‘Un dios salvaje’ uno podría pensar que estamos en el año del cine francés, sin embargo sería más acertado decir que quien ha triunfado es el cine de Hollywood hecho en Francia. Basada en una historia real, ‘Intocable’ pertenece a esta raza de películas gracias a ese aire de comedia dramática que tan buen resultado dio con ‘Pequeña Miss Sunshine’. A pesar de ello, ‘Intocable’ se acerca más a ‘Esencia de mujer’ o ‘El discurso del rey’ gracias a la relación de sus dos protagonistas: hay una línea temporal que une a Al Pacino, a Colin Firth y a François Cluzet (Philippe, el tetrapléjico); de la misma forma que existe otra que liga a Chris O’Donnell con Geoffrey Rush y Omar Sy (Driss, su asistente). Aunque vemos la cinta a través de los ojos y de la vida de este último, la película es la historia de un vínculo, un relato de amistad. Por eso, cuando se muestra el barrio deprimido del que procede Driss no nos parece estar viendo ‘La Haine’; y por eso, aunque vemos la circunstancia diaria a la que se enfrenta un tetrapléjico, nunca tenemos la sensación de estar ante ‘Mar adentro’. Esta impresión se fortalece gracias a los dos ejes de humor que mantienen el tono distendido de la narración. El primero se lo debemos al choque cultural entre Philippe, un sofisticado burgués blanco incapaz de valerse por sí mismo, y Driss, un joven negro encantadoramente torpe y procedente de un universo antagónico. De la adaptación de éste a su nuevo entorno procede el segundo foco de humor: la frivolidad sobre la condición del incapacitado, que se desdramatiza a medida que se suceden los chistes de Driss. Su relación supera la funcionalidad y llega a una necesidad espiritual cuando Philippe, sumido en una depresión, es afeitado a lo Hitler por su compañero mientras bromea: “No me diga que no le apetece invadir algún país”, un homenaje a aquel Woody Allen saliendo de la ópera en ‘Misterioso asesinato en Manhattan’. Los creadores Olivier Nakache y Eric Toledano, cuyas carreras estuvieron siempre ligadas, han conseguido una emotiva comedia o, si se prefiere, un divertido drama francés que reproduce algunos elementos más propios del cine americano. Atrás han quedado Jean Vigo, Truffaut o Bresson; ahora las películas francesas admiten esa escena de varios minutos en la que se suceden situaciones divertidas acompañadas de un dinámico fondo musical y sus protagonistas recuerdan a Dustin Hoffman y a Will Smith.    

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