"A la dulce luz del amor, reconocí o creí deber reconocer, que quizá el hombre interior sea el único que en verdad existe." Robert Walser

jueves, 26 de abril de 2012

El Sur del Norte



Los procesos migratorios son fenómenos complejos. Desde que el hombre camina sobre sus piernas millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus casas o encontrar la muerte en la situación que dejaban atrás. En los últimos treinta años el fenómeno neoliberal capitalista profundiza en esta tesitura y forja un mundo donde habitan muertos de hambre y muertos de anorexia. Lo que ocurre entonces es la invasión de los invadidos: el hemisferio que posee los recursos aspira a entrar en el que los gestiona y se beneficia de ellos. En el momento en que esto se convierte en una coyuntura estructural escuchamos las denuncias de la identidad robada, de la prostitución de la cultura nacional, del espolio y la contaminación de los valores patrios. Todos ellos van quedando disueltos en el mosaico de seres humanos venidos de aquellas partes del globo y que hoy viven en las ciudades del primer mundo. La paradoja ha querido que este discurso sea también utilizado por los sectores antiglobalización de la izquierda, especialmente por los movimientos indígenas. Si bien estos últimos naturalmente lo han orientado de otra forma y lo han liberado de la retórica xenófoba y racista, ya que su petición es un mundo donde quepan muchos mundos y no uno ordenado: "cada uno en su país". Sea como fuere, no solo las minorías ven peligrar sus culturas ante una ola que quiere hacernos estadounidenses a todos; también las mayorías de los países ricos, encarnadas en las clases medias, ven tambalear su silla ante el aluvión de foráneos. Se disuelven las culturas mayoritarias debido a que ahora la nacionalidad no es la del país propio –de ahí los rebrotes nacionalistas y regionalistas- sino la de si habitas un país rico o uno pobre. Ya no importa tanto que el pasaporte sea de Alemania o de Chile como que ese país ceda riqueza o que, por el contrario, la maneje. No hay que olvidar que en la actualidad el factor de integración clave en el hemisferio rico es el deseo del consumo (antes lo fueron el trabajo y el propio consumo, ambos desestructurados hoy), pero lo que para los norteños es una pretensión, para los que llegan de fuera es una cuestión de supervivencia.


Este corto ha motivado mi reflexión y muestra la realidad de la que os hablo. También esconde una severa crítica al silencio de la sociedad alemana ante las injusticias, por graves que sean, y además tiene un irónico final. Lo principal es el conjunto de mensajes que transmite, sin que uno deba primar por encima del resto.

martes, 10 de abril de 2012

En el combate por la Historia


En 1999 el Ministerio de Educación del gobierno del Partido Popular empezó a financiar la elaboración del Diccionario Biográfico Español, empresa que debía llevar a cabo la Real Academia de la Historia (RAH) y que hasta la fecha ha requerido la inversión de 6,4 millones de euros (sacados del erario público). En mayo de 2011, cuando ya se habían publicado más de veinte volúmenes, la ministra de Cultura socialista Ángeles González-Sinde llamó la atención sobre el tratamiento de algunas de las 43.000 biografías de las que consta la faraónica obra. Ante las irregularidades que presentaban determinados escritos, el 12 de julio de ese año el Congreso congeló la subvención, condicionándola a partir de entonces a la rectificación de "aquellas biografías cuyo contenido no responda a la necesaria objetividad de los trabajos académicos". Sin embargo y pese a la advertencia de la Cámara Baja y a la protesta de algunos colectivos ciudadanos, el pasado 11 de febrero el diccionario sale a la venta sin la rectificación solicitada. La última noticia respecto de la polémica publicación es la voluntad por parte del Gobierno Popular de mantener y actualizar el Diccionario Biográfico Español destinando 163.790 euros para su financiación, según se vio después de hacerse públicos los Presupuestos Generales del Estado en los últimos días. Más allá de lo que supone seguir apoyando una obra que ha dejado patente su liviano rigor histórico, esta decisión por parte del actual Gobierno se ha realizado a costa de vulnerar una decisión adoptada por el Parlamento hace apenas ocho meses. 


Alguna de estas referencias controvertidas, que no solo carecen de rigor académico sino que también hacen gala de una tremenda permisividad terminológica respecto a determinados personajes históricos (algo que contrasta con la inquina con la que atacan a otros), aseguraba que "Francisco Franco pronto se hizo famoso por el frío valor que sobre el campo desplegaba" o que el mismo líder del bando vencedor de la Guerra Civil "montó un régimen autoritario pero no totalitario". Estas salvedades, obra del académico Luis Suárez, han sorprendido por su manifiesta cercanía a la figura del dictador y por la omisión de algunas de sus prácticas menos decorosas, como la represión (aspecto que, entre otros, ha sido estudiado recientemente por Paul Preston en su libro El holocausto español). Por otro lado, respecto de Juan Negrín, uno de los presidentes del Gobierno republicano en guerra, se dijo que su mandato fue “prácticamente dictatorial”. Sobre el caso de Manuel Azaña, último Jefe del Estado republicano, lo que resulta sospechoso es que su biografía fue redactada por Carlos Seco Serrano en lugar de por Santos Juliá, principal biógrafo de Azaña. Este curioso mecanismo de asignación se repite también con la vida de Dolores Ibárruri, que fue escrita por Stanley G. Payne, un historiador norteamericano de conocida tendencia conservadora

Este cúmulo de factores dirigido a cubrir con un suave manto de revisionismo autocomplaciente a algunos personajes históricos y a atacar de forma arbitraria a otros, ha llevado a un grupo de prestigiosos historiadores (que, "casualmente", habían quedado fuera de los que trabajaron en el Diccionario Biográfico Español) a emprender la redacción de una obra basada en rigurosos estudios históricos. Dicho trabajo llevará por nombre En el combate por la historia y presumiblemente verá la luz el próximo 23 de abril. Esta investigación ha estado coordinada por Ángel Viñas, eminente economista e historiador especializado en la Guerra Civil, y contará con especialistas donde destacan Julio Aróstegui o Paul Preston, entre muchos otros. Estos hombres avalan una idea que no es hacer ni una recopilación de biografías ni un análisis de un determinado período del siglo XX español desde el punto de vista de la izquierda, como tampoco es elaborar un contradiccionario (“Yo no he contrainvestigado nunca”, dice en EL PAÍS Carlos Barciela, uno de los catedráticos autores del libro), sino que, como afirma otro de los colaboradores, Josep Fontana, “se hace una puesta —o respuesta— al día al Diccionario y a toda una ola de revisionismo que es jaleada por la derecha entusiásticamente defendiendo que la Guerra Civil y la Dictadura fueron meros accidentes y que medio país estaba enfrentado al otro medio. Se ha reunido a la gente seria que ha investigado cada tema”. Se apuesta por un estudio fundamentado en la contrastación de datos y no en la mera aquiescencia ideológica que ha tratado de vender la ortodoxia a través de la Real Academia de la Historia.

domingo, 1 de abril de 2012

Un marzo con Bergman



Ingmar Bergman nació en Suecia en 1918, hijo de un severo pastor luterano. En su casa los castigos fueron moneda de cambio habitual, lo cual forjó en el joven Ingmar el carácter rebelde que marcaría su filmografía posterior. Afirma que fue uno de estos castigos el que le llevó a interesarse por el arte audiovisual, historia que refleja en La hora del lobo por voz de Max von Sydow: cuando contaba con pocos años de edad lo metieron en un armario a oscuras donde, según sus mayores, habitaban ratas que mordisqueaban los dedos de los pies a los niños que habían hecho cosas malas, encontrando para su alivio una linterna con la que permaneció alumbrando cada rincón hasta que lo liberaron. Después de aquello vino el proyector y, más tarde, la Historia.

El carácter netamente religioso que su padre había imprimido al hogar durante la infancia lo llevaron a reflexionar sobre Dios quizás con un grado de complejidad que no ha alcanzado ningún otro creador fílmico. De esta búsqueda constante de la presencia divina nacen El séptimo sello, obra cumbre de la cinematografía universal, y la trilogía del silencio de Dios: Como en un espejo, El silencio y Los comulgantes. Las meditaciones metafísicas de Bergman lo condujeron en casos como Gritos y susurros a detestar su falta de Fe y plasmar su deseo de devoción en la protagonista de esta película, que ante la proximidad de su muerte se ha convertido en una crédula creyente. Él se siente incapaz de creer, por lo que inventa un álter ego que ante una situación vital extrema idolatra al Eterno. Creo que esta obsesión con Dios es solo comparable a la que siente por el amor, fruto de los remordimientos que lo acompañaron toda la vida debido a las dificultades que encontró para mantenerse fiel a sus distintas esposas. La tensión marital, la arrogancia del marido frente a la esposa o la benevolencia con que ésta trata a aquél han quedado reflejadas en Secretos de un matrimonio, De la vida de las marionetas o Saraband. En todas ellas es notoria la profundidad con que realiza el análisis del perfil psicológico de los personajes, aspecto tan apreciable como difícil de encontrar en el cine comercial contemporáneo. Es probable que semejante circunstancia venga facilitada por el alto grado de correspondencia autobiográfica de estas historias: es complicado encontrar un director tan marcado por su infancia y tan fielmente autobiográfico como él.

Porque lo primero que llama la atención de las películas de Bergman es la sensación que transmiten de ser un trabajo en equipo. Él mismo reconoce que a lo largo de su dilatada carrera cinematográfica ha contado únicamente con tres operadores de cámara, pero nosotros a quienes vemos son a ese grupo de actores que se repiten cinta tras cinta a lo largo de los años y que hacen de forma inmejorable su trabajo. Max von Sydow, Gunnar Björnstrand y Erland Joshepson han sido su trío fetiche de actores masculinos y aún estoy por ver un fallo en la interpretación de alguno de ellos: por muy diferentes que fueran sus papeles estos tres señores en cada uno de ellos eran el ser más creíble que se puede imaginar. Sin embargo, como en toda regla siempre debe haber excepciones y ésta la cometió eligiendo a David Carradine como protagonista de El huevo de la serpiente, cuya actuación se me antoja a varios años luz de un director que demuestra semejante nivel. A pesar de su maestría con los actores, donde Bergman alcanza la excelencia es en el trato que hace del universo femenino, sensibilidad que han elevado al grado de efemérides actrices como Harriet Andersson, Ingrid Thulin, Bibi Andersson o Liv Ullmann. Con levísimas excepciones (Pasión, De la vida de las marionetas) la historia siempre está contada desde el punto de vista de estas mujeres, lo que permite un lucimiento sin igual de sus intérpretes. Es sobradamente conocido la predilección que siente el creador sueco por las féminas (sus numerosos matrimonios y algún hijo extramatrimonial dan fe de ello), de ahí que sea una tónica constante la aparición de un personaje femenino llamado Karin, como su madre, admiración que dejó patente en un corto llamado El rostro de Karin. Otro rasgo característico de sus películas es el de colocar a dos personajes mirando en dirección a la cámara mientras mantienen un diálogo, uno de ellos en primer plano y el segundo detrás, de forma que podemos ver los gestos de ambos, generalmente muy expresivos por otro lado.


Si bien esta particular colocación de los actores frente al objetivo es propio de Bergman, ¡qué decir de sus primeros planos! Los monólogos del final de La hora del lobo de Liv Ullmann y el de Ingrid Thulin en Los comulgantes son, aun con toda su grandeza, casi aperitivos si tenemos en cuenta lo que vemos en Persona, donde precisamente los perfiles de Ullmann y de Bibi Andersson terminan fusionándose en una misma cara. Hablando de caras, es famosa la admiración que Woody Allen siente por Bergman, pero en algún caso ha llegado a tal punto que es difícil diferenciar entre el estilo de Mia Farrow, Ingrid Thulin y Liv Ullman.


Ya en un apartado plenamente personal, antes de empezar el ciclo reconocí la seria dificultad que entraña acercarse a una obra como la de Bergman, así que decidí leer su autobiografía Linterna mágica intentando hacerme una idea de lo que me iban a deparar sus películas. Para pasmo encontré un libro donde apenas hace referencia a su cine y, por el contrario, se centra en su carrera teatral. No obstante, fue esencial conocer su infancia para entender su madurez y supongo que hasta cierto punto funcionó haber leído aquel libro, por lo demás realmente divertido gracias a su estilo socarrón. Lo que más he apreciado de la obra de Bergman ha sido esa capacidad para hacer de sus actores los mejores del mundo en cada película: para mi Max von Sydow e Ingrid Thulin han sido los mejores, aunque reconozco el enorme talento del resto. También es destacable la fidelidad de Sven Nykvist, su eterno y aclamado director de fotografía, al que es imposible no considerar de familia; y esa permanente sensación de la presencia de Bergman en cada plano, aunque no lo lleguemos a ver nunca. Fresas salvajes debería estar en cada biblioteca pública y esos actores en el Olimpo del Cine, así, con mayúsculas.

                                                                                            “Cuando el cine no es documento, es sueño
'Linterna Mágica', Ingmar Bergman