"A la dulce luz del amor, reconocí o creí deber reconocer, que quizá el hombre interior sea el único que en verdad existe." Robert Walser

domingo, 28 de septiembre de 2014

Entrevista a Manuel Cruz

  
Manuel Cruz es catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona. La entrevista fue realizada con ocasión de la tesina 'El concepto de amor en Hannah Arendt'. Cruz es un experto en la obra de la pensadora alemana.


¿Por qué piensa que una teórica que concedió tanta importancia a la amistad no se atrevió a hablar de amor en la política, como si ha hecho, por ejemplo, Martha Nussbaum?

No sé si es cuestión de que no se atreviera o de que manejaba un concepto de amor y de política que le hacía difícil pensar en ambas ideas a la vez. De hecho, en su correspondencia con Scholem (cuando sostiene aquello, tan citado, de que ella no ama a entidades como el pueblo judío un otras de similar tamaño, sino solo a sus amigos, a personas próximas, etc.) deja claro que su resistencia tiene que ver con un concepto de amor como una experiencia que solo es posible en la esfera personal, por no decir más íntima

Arendt planteó las dificultades que encontraría la acción para surgir en un mundo dominado por lo social, lo que merma a su vez el 'Amor mundi'. ¿Se puede seguir hablando hoy en términos similares?

A pesar de las enormes transformaciones que se han producido desde entonces, creo que sí, en la medida en que esa alienación a la que se refiere Arendt es la consecuencia de un orden del mundo en el que todavía estamos inmersos. Es más, probablemente si nos adentráramos en las diferencias que nos separan de aquella época con lo que nos encontraríamos sería con que las transformaciones que desde entonces se han producido han puesto todavía más cuesta arriba esa específica posibilidad de irrumpir en el mundo que es la praxis.

Arendt reiteró que el amor es una fuerza antipolítica, sin embargo, el 'Amor mundi' es para ella una noción evidentemente política. ¿Arendt distinguió con suficiencia los diferentes tipos de amor?

     Ciertamente, no. Igual que no tematizó suficientemente los elementos o ingredientes que componen una experiencia amorosa plena. Tal vez precisamente porque haberla vivido (con Heidegger, a mi juicio) la colocó ante unas contradicciones difíciles de soportar. Estoy pensando en concreto en la dimensión de ágape que toda relación amorosa contiene y que para ella resultó ser fuente de enormes y conocidos sufrimientos. Por no hablar del conflicto con el que ella (y él, por cierto) vivían esa filia enormemente rica desde el punto de vista filosófico que vivían.

Byung-Chul Han planteó que el amor es una fuente de acción política. Usted sugirió que haber conocido a Heinrich Blücher hizo que Arendt se interesara más por la acción. ¿Es el amor una de las motivaciones teóricas de Arendt respecto a la acción, ya sea por la influencia de Blücher o por que el amor sea, como afirmó Han, una fuente de la misma?

     Desde el punto de vista biográfico uno puede constatar la fascinación de Arendt respecto a Blücher como hombre de acción, pero ese elemento personal debería diferenciarse de la enorme capacidad que tiene el amor en cuanto tal para proyectar hacia la acción. En este punto creo que Han acierta. La experiencia amorosa constituye un poderosísimo catalizador para la acción, en efecto.

Si Blücher fue una inspiración para la acción, Heidegger lo fue para el pensamiento. Arendt escribió que el mismo supone una manifestación de pluralidad debido al diálogo entre uno y uno mismo; no obstante, esa misma pluralidad no la reconoció entre los amantes hasta que aparece el hijo ¿Si somos plurales cuando pensamos porque somos dos, por qué no somos plurales cuando amamos, si también hay (al menos) dos?

      Porque la relación que mantenemos con el otro al que amamos no la vivimos en términos de alteridad sino de fusión. El amante busca apropiarse del otro o disolverse en él, pero nunca mantenerse a distancia, por corta que sea. El hijo introduce, con enorme violencia (pero lo peor es que lo hace con una violencia ella también amorosa), una cuña en eso que aspira a ser uno.

Elisabeth Young-Bruehl afirmó que lo que unificaba el pensamiento de Arendt era el amor, porque une el Yo con los otros. ¿Está de acuerdo con esa expresión o piensa, como manifestó Arendt, que el amor "destruye el 'en medio' que nos relaciona"?

Creo Young-Bruehl acierta en lo que dice, pero no en atribuírselo a Arendt, cuya idea de amor está clara a este respecto.

¿Considera que la noción de amor al prójimo de san Agustín (secularizado y sin el componente transcendental que el obispo de Hipona le atribuyó) se halla presente en la obra de Arendt y, por tanto, en la frase de Young-Bruehl?

Creo que está presente, desde luego. Hay una dimensión compasiva tanto en las tesis explícitas como en el tono con el que trata la condición humana en la que sin duda resuena san Agustín. Pero creo que sería excesivo a partir de ahí atribuirle una centralidad en la arquitectura discursiva de la propuesta arendtiana, centralidad que creo que responde más a los deseos hermenéuticos de su biógrafa que a la realidad de los textos de Arendt.