Manuel Cruz es catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona. La entrevista fue realizada con ocasión de la tesina 'El concepto de amor en Hannah Arendt'. Cruz es un experto en la obra de la pensadora alemana.
¿Por qué piensa que una teórica que concedió tanta importancia a la
amistad no se atrevió a hablar de amor en la política, como si ha hecho, por
ejemplo, Martha Nussbaum?
No sé si es cuestión de que no se atreviera o de
que manejaba un concepto de amor y de política que le hacía difícil pensar en
ambas ideas a la vez. De hecho, en su correspondencia con Scholem (cuando
sostiene aquello, tan citado, de que ella no ama a entidades como el pueblo
judío un otras de similar tamaño, sino solo a sus amigos, a personas próximas,
etc.) deja claro que su resistencia tiene que ver con un concepto de amor como
una experiencia que solo es posible en la esfera personal, por no decir más
íntima
Arendt planteó las dificultades que encontraría la acción para surgir
en un mundo dominado por lo social, lo que merma a su vez el 'Amor mundi'. ¿Se
puede seguir hablando hoy en términos similares?
A pesar de las enormes transformaciones que se han
producido desde entonces, creo que sí, en la medida en que esa alienación a la
que se refiere Arendt es la consecuencia de un orden del mundo en el que
todavía estamos inmersos. Es más, probablemente si nos adentráramos en las
diferencias que nos separan de aquella época con lo que nos encontraríamos sería
con que las transformaciones que desde entonces se han producido han puesto
todavía más cuesta arriba esa específica posibilidad de irrumpir en el mundo que es la praxis.
Arendt reiteró que el amor es una fuerza antipolítica, sin embargo, el
'Amor mundi' es para ella una noción evidentemente política. ¿Arendt distinguió
con suficiencia los diferentes tipos de amor?
Ciertamente, no. Igual que no tematizó suficientemente los elementos o ingredientes que componen una experiencia amorosa plena. Tal vez precisamente porque haberla vivido (con Heidegger, a mi juicio) la colocó ante unas contradicciones difíciles de soportar. Estoy pensando en concreto en la dimensión de ágape que toda relación amorosa contiene y que para ella resultó ser fuente de enormes y conocidos sufrimientos. Por no hablar del conflicto con el que ella (y él, por cierto) vivían esa filia enormemente rica desde el punto de vista filosófico que vivían.
Byung-Chul Han planteó que el amor es una fuente de acción política.
Usted sugirió que haber conocido a Heinrich Blücher hizo que Arendt se
interesara más por la acción. ¿Es el amor una de las motivaciones teóricas de
Arendt respecto a la acción, ya sea por la influencia de Blücher o por que el
amor sea, como afirmó Han, una fuente de la misma?
Desde el punto de vista biográfico uno puede constatar la fascinación de Arendt respecto a Blücher como hombre de acción, pero ese elemento personal debería diferenciarse de la enorme capacidad que tiene el amor en cuanto tal para proyectar hacia la acción. En este punto creo que Han acierta. La experiencia amorosa constituye un poderosísimo catalizador para la acción, en efecto.
Si Blücher fue una inspiración para la acción, Heidegger lo fue para el
pensamiento. Arendt escribió que el mismo supone una manifestación de
pluralidad debido al diálogo entre uno y uno mismo; no obstante, esa misma
pluralidad no la reconoció entre los amantes hasta que aparece el hijo ¿Si
somos plurales cuando pensamos porque somos dos, por qué no somos plurales
cuando amamos, si también hay (al menos) dos?
Porque la relación que mantenemos con el otro al que amamos no la vivimos en términos de alteridad sino de fusión. El amante busca apropiarse del otro o disolverse en él, pero nunca mantenerse a distancia, por corta que sea. El hijo introduce, con enorme violencia (pero lo peor es que lo hace con una violencia ella también amorosa), una cuña en eso que aspira a ser uno.
Elisabeth Young-Bruehl afirmó que lo que unificaba el pensamiento de
Arendt era el amor, porque une el Yo con los otros. ¿Está de acuerdo con esa
expresión o piensa, como manifestó Arendt, que el amor "destruye el 'en
medio' que nos relaciona"?
Creo Young-Bruehl acierta en lo que dice, pero no
en atribuírselo a Arendt, cuya idea de amor está clara a este respecto.
¿Considera que la noción de amor al prójimo de san Agustín
(secularizado y sin el componente transcendental que el obispo de Hipona le
atribuyó) se halla presente en la obra de Arendt y, por tanto, en la frase de
Young-Bruehl?
Creo que está presente, desde luego. Hay una
dimensión compasiva tanto en las tesis explícitas como en el tono con el que
trata la condición humana en la que sin duda resuena san Agustín. Pero creo que
sería excesivo a partir de ahí atribuirle una centralidad en la arquitectura
discursiva de la propuesta arendtiana, centralidad que creo que responde más a
los deseos hermenéuticos de su biógrafa que a la realidad de los textos de
Arendt.