Hace tanta soledad que las palabras se suicidan
Alejandra Pizarnik
Escribía Miguel de
Unamuno: "Si la conciencia no es nada más que un relámpago entre dos eternidades de tinieblas, entonces no hay nada más execrable que la existencia". No fuimos
antes de nacer y no volveremos a ser después de muertos. “Eso es lo racional”,
añadiría el filósofo bilbaíno; sin embargo, lo racional ha
provocado miedo, tanto como la expectativa del vacío es capaz de aterrar a un
ser humano consciente de su finitud.

Hay quien sufre
complejo, en plural o en singular. Quien se abandona a la soledad a pesar de
que, como recita Alejandra Pizarnik, “de allí no se vuelve”. Quien, como Diane Arbus, se vence por la angustia. También hay quien sucumbe al paso de los años,
y con ellos, advierte Léo Ferré, “no se ama más”. Quien se ha alejado lo
suficiente de los hombres, como Nietzsche al abrazar a su caballo; o quien ya
no alberga esperanzas, como Béla Tarr: “Todo se ha venido abajo y todo se ha envilecido”.
Titulo Con permiso de
Unamuno y Jaspers porque habría sido sencillo hacerlo Del sentimiento trágico
de la vida, frase que inexplicablemente rondaba mi mente pero que ya da nombre a
la gran obra filosófica del autor de 'Niebla'. De la misma manera que no
hubiera sido difícil encabezar este escrito con un categórico Lo trágico,
pero entonces pervertiría la obra del pensador alemán Karl Jaspers. Y mis pretensiones no
llegan hoy tan lejos.
Ahora sólo he querido
dar cuenta de un sentimiento compartido por los artistas que me rodean en los
últimos tiempos. Todos, desde su rincón particular, han mostrado sensibilidad en torno a este concepto teatral más antiguo que Platón, la
tragedia, y lo desafortunado que puede resultar el peso de la existencia. “La vida está llena de soledad, miseria, sufrimiento, tristeza y, sin embargo, se acaba demasiado deprisa”, se lamenta Woody
Allen. “Quizá no amemos lo suficiente la vida”, responde Albert Camus. Quizá.
Violeta Parra compuso
‘Gracias a la vida’, considerada la mejor canción en español del siglo XX, un
año antes de disparar contra sí misma. La exitosa dramaturga Sarah Kane ajustó
más su despedida, ya que ‘Psicosis: 448’ fue publicada días antes de ahorcarse con los cordones de los zapatos. Previamente había intentado matarse
ingiriendo dos centenares de pastillas, pero fue socorrida a tiempo.
No fue un adiós sino un comienzo el camino que inició el cineasta Juan Luis Torres Leiva en 2002 con 'Confesiones de un caballo suicida', su ópera prima. En ella, un corto de 12 minutos, el director chileno, a la espera de conocer si será también un artista trágico, recopiló las reflexiones de algunas de las personas citadas aquí. Con él, que contribuyó a abrirme las puertas del resto, me despido: