"A la dulce luz del amor, reconocí o creí deber reconocer, que quizá el hombre interior sea el único que en verdad existe." Robert Walser

sábado, 10 de diciembre de 2016

En reconocimiento a la BBC


   "El volumen entero de la naturaleza nos ofrece verdades deleitosas que 
pueden ser confirmadas por los sentidos y por la observación, a mi 
parecer el camino más seguro para recorrer el laberinto de la verdad".

Thomas Browne, El jardín de Ciro

   En las líneas iniciales del primer volumen de su Historia, Heródoto escribió que realizó su ingente labor "para evitar que, con el tiempo, los hechos humanos queden en el olvido y que las empresas realizadas (...) queden sin realce". Había en el historiador griego un ánimo de legar la realidad próxima, de testimoniarla a las generaciones por venir. Él no sabía, no podía saberlo, que no solo íbamos a heredar sus crónicas: gracias a él, además, hemos recibido el ánimo de escribir las nuestras. 

   En una era en la que las vestiduras del planeta crujen con urgencia, la BBC lleva decenios recogiendo el testigo de Heródoto para darnos fe de nuestro entorno: música, arte, ciencia, historia, astronomía, medicina, religión, literatura o política han sido protagonistas de sus innumerables fotogramas. Un apartado ha resaltado, no obstante, sobre el resto: la naturaleza. Y, con ella, indefectiblemente, la presencia del venerable David Attenborough, que cumplió noventa años el 8 de mayo y sigue ejerciendo su labor sin intención, por ahora, de jubilarse.  

   En el momento de escribir estas líneas, en Reino Unido recién ha finalizado la emisión de Planet Earth II, que ha visitado los hogares británicos durante las seis últimas semanas. La serie ha sido unánimemente aplaudida, mejorando la recepción de su predecesora. Ayer mismo, fuentes internas de la cadena especulaban con la posibilidad de realizar una tercera entrega. No en vano, Planet Earth II es el mayor esfuerzo realizado por la BBC hasta hoy, una producción que ha requerido cuatro años de trabajo y que ha llevado a sus numerosos responsables a visitar cuarenta países. El broche ha sido la grabación de la que, se dice, es la mejor escena de naturaleza que se ha rodado: la que enfrentó, en las Islas Galápagos, a unas iguanas recién nacidas con las serpientes que intentaban atraparlas. 



   La sonrisa de Attenborough al final de la cabecera que abrió el primer capítulo reflejaba el gozo de haber llegado al punto más alto de su carrera, que ha sido un incesante mejorar. Durante seis décadas, el naturalista y sus ayudantes nos han mostrado animales y plantas, fósiles incluidos; paisajes y fenómenos atmosféricos; desiertos, montañas y mares. ¡Hasta su carrera fue objeto de un documental de tres episodios! El espigado mozo que perseguía torpemente caimanes y armadillos en Zoo Quest, su primera iniciativa en televisión, dio rápidamente paso al carismático presentador cuyo peculiar acento hoy es reconocible por todos. Tal es la armonía con su trabajo que en numerosas oportunidades ha dado la impresión de que los animales se predisponían cuando se aproximaba: le hemos visto gritar de entusiasmo al navegar junto a una ballena azul que salía a respirar, susurrar al lado de un grupo de gorilas que le había recibido con gusto o ser saludado por un perezoso sonriente

   Gracias a las páginas de Herodoto, los que llegamos después sabemos, por ejemplo, quiénes fueron CresoCiro II el Grande y Darío I, y que helenos y bárbaros lucharon en las Guerras Médicas. De la misma forma, un día sabremos que existieron los animales que habitan el planeta gracias únicamente al recuerdo que intentamos preservar hoy. Viendo la labor de Joel Sartore, que fotografia contrarreloj a todas las especies vivas; o la del valiente documentalista Louie Psihoyos, es probable que no sea una fecha lejana: la extinción masiva de animales, que perecen por nuestra mano, es una realidad. Y nuestra ajada memoria habrá de valerse de las crónicas, hoy con imágenes y sonidos, que un día elaboraron personas entregadas a impedir que las criaturas de la Tierra quedemos en el olvido y sin realce. Heródoto dixit.

David Attenborough con un chimpancé

2 comentarios:

  1. Es una sorpresa y, sobre todo, un auténtico gusto que pueda reencontrarme con tu blog y ver que sigues escribiendo. La culpa la tiene Filmaffinity, ya que estaba vagando por allí cuando he visto que eras una de mis "almas gemelas" y no he podido resistirme a ver qué sería de ti. Tras una hora y media leyéndote, me dejo pendientes muchas entradas, pero me quedo con tantas otras dignas de ser enmarcadas como "Noche y nocturnidad", por nombrar sola una. Sin duda, este comentario no podría entenderse sin ella.

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    1. ¡Elena! Sorpresa agradable ha sido recibir un comentario tuyo, ¡bendito Filmaffinity! Gracias por tus palabras. Me gusta mantener el blog y escribir de cuando en cuando sobre lo que me interesa.

      Me dijo María del Pozo que estás viviendo en Canarias, pero que ahora has venido de visita a San Fernando. Bienvenida.

      Confío en que todo vaya bien. Un abrazo fuerte, Elena.

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